Mascotismo irresponsable
En las últimas semanas, son ya varios los casos de niños atacados y mordidos, en Antofagasta, por jaurías de perros abandonados. Y se han difundido profusamente, las imágenes de los ataques por los medios de comunicación. Hasta en You Tube se puede encontrar el video con el último caso de ataque.
Los dardos —rasgando vestiduras— apuntan, como siempre, en distintas direcciones: a los animales mismos, que deberían ser sacrificados; o en versiones más compasivas, aplicárseles eutanasia para ayudarles a morir sin dolor; a las autoridades de Salud, para que hagan cumplir el Código Sanitario; a las autoridades municipales para que se hagan cargo de la captura de los animales abandonados y los mantengan en cautiverio, cuestión en la que no tienen ninguna atribución; y a todo aquél a quien sea fácil echarle la culpa.
Sostengo que en Chile hay un excesivo mascotismo. Es más, es un mascotismo irresponsable. Y por ende, los dardos —tal como en el caso de la formación de focos de insalubridad por residuos debido a cochinos irresponsables— deben ser dirigidos con toda fuerza contra los irresponsables que abandonan a sus animales en los espacios públicos, cuando ya dejan de ser tiernos, cuando se hacen más grandes, cuando se hace muy caro el alimentarlos, cuidarlos, brindarles atención de salud adecuada o porque ya nadie en la casa se puede hacer cargo de pasearlos, de sacarles su mierda, de limpiar sus orines. Cuando no hay plata para esterilizarlos, desparasitarlos, comprarles correa de sujeción o bozal si fuera necesario. O cuando el niño para quien, bienintencionadamente, era la mascota dejó de interesarse porque es más entretenido un juego en alguna consola o en el internet.
Sostengo que, además de irresponsable, el mascotismo es una moda de apariencias: el tener una mascota para demostrar que se les tiene cariño a los animales. Sostengo, que quizás haya algunos que sí lo hacen de buena fe y se hacen cargo de sus mascotas responsablemente, pero que la inmensa mayoría de una u otra manera no hace lo mismo. ¿No les parece un tema recurrente en nuestros propios círculos sociales?
Me encantan los animales. Creo que debemos tener relaciones ecológicas sanas con ellos, respetarlos, que vivan y se desarrollen en sus propios nichos y hábitats y jamás se me ocurriría tenerlos como mascotas, a no ser que me comprometa en su cuidado. Es preferible relacionarse con la fauna en la propia naturaleza y eso implica tener aún mayores responsabilidades para con ella.
En La Pintana, uno de los principales conflictos ambientales es el mascotismo irresponsable y la gran cantidad de animales abandonados en la calle. Hasta le tenemos un nombre a esta categoría: “perros callejeros”, los que se supone tienen “dueños” pero que pululan en el espacio público y que sólo duermen y comen en las casas. Hay una tasa de 1,5 animales por casa, lo que da un total de 67.500 perros en la comuna. Una vez más, el excesivo e irresponsable mascotismo, asociado con los graves riesgos sanitarios, de seguridad por mordeduras y de calidad de vida para los propios animales. Y estoy seguro, que este panorama no debe ser muy diferente en el resto de las comunas de Chile.
¡Hasta cuándo aceptamos la irresponsabilidad de quienes generan realmente los conflictos!
En un próximo artículo, me referiré a formas adecuadas de abordar la situación y seguiré criticando las inadecuadas.